Las olas blancas y espumosas del mar bravío, se acercan y
lamen sus pies desnudos, dejándolos en
su retirada cubiertos de una pátina de sal casi transparente, arrastrada por
remotos y profundos horizontes.
Después de dejar atrás playas atestadas de seres que se
tuestan bajo el sol ardiente de mediodía, consigue encontrar una pequeña cala,
casi inaccesible a la que ha llegado, no sin correr cierto peligro, pues
atravesar por sus escarpadas rocas le produce un leve hormigueo en las piernas.
Es el pánico a dar un mal paso y caer a las profundas aguas
del mar Mediterráneo, donde nadie la podría auxiliar, pero ahora ya nada teme,
ha logrado su primer objetivo.
Despliega su diminuto
caballete en la arena y coloca el pequeño bastidor blanco que ha conseguido
traer bajo el brazo y al que ha salvado de las embestidas del oleaje. Extiende
su toalla, se despoja de las vestiduras que la atosigan y se introduce en las
límpidas y cristalinas aguas de un exuberante azul añil.
Después de darse un relajante baño, se tiende en la arena a esperar
que caiga la tarde y aparezca en el cielo una maravillosa puesta de sol que ha
visto sólo una vez en ese mismo lugar y a la que, ansía captar en su máximo esplendor.
Le parece divisar en el horizonte una cortina de lluvia,
casi imperceptible, pero no le da importancia y piensa sólo, en que ojalá se
mantenga allí cuando el sol tienda a desaparecer y con ella, el pequeño velero
que hace un buen rato que observa, le hace un pequeño esbozo que culminará
cuando se encuentre en su estudio.
Las horas pasan lentamente pero ella no tiene prisa, pues
lleva esperando largo tiempo esta oportunidad. De vez en cuando varias gaviotas
planean a su alrededor, serán el perfecto complemento para su pintura. Prepara
su paleta y sus pinceles y vierte los diferentes óleos con los colores que prevé va a necesitar.
Todo está dispuesto ya, cuando de pronto, una nube oscurece
la tarde y un trueno lejano la sorprende. En cuestión de segundos, un pertinaz
aguacero comienza a mojarla convirtiéndose de golpe en una tremenda tormenta
que altera el cielo y el mar, espantándola con sus rayos. Se siente perdida,
quiere recoger sus utensilios, pero solo tiene tiempo de esconder la tela y las
pinturas en el recoveco horadado de una roca que se ha formado allí, después
del choque continuado del agua contra la
piedra durante siglos.
Se entristece, adiós a su puesta de sol soñada y se dispone a
recoger sus cosas y abandonar su objetivo, pero cambia de opinión y decide
aprovechar la ocasión para comenzar a danzar bajo la lluvia que ya la tiene
empapada.
De pronto ésta cesa, aún permanece en su retina el cielo más bello que sus ojos hayan podido
contemplar jamás.
Rápidamente saca el lienzo y los óleos que aún se
encuentran en su escondite y logra
captar el momento preciso y sus diferentes tonalidades.
Satisfecha recoge su empapada toalla y todos los bártulos,
sus únicos compañeros, esos que cada tarden la acompañan cuando sale a pintar.
Emprende el camino de vuelta.
Atraviesa las mismas playas que ya a estas horas del
atardecer se encuentran vacías, llevando
con ella aquellas imágenes de las marinas que hoy ha podido captar, aquellos momentos que ya
nunca olvidará y que le servirán de inspiración para plasmarlos en los diversos
cuadros que está deseando comenzar.
Violeta Evori
Un bonito relato de una aficionada a la pintura. Ambas disciplinas van íntimamente unidas, máxime teniendo en cuenta que escribir es pintar con palabras, y tú, has trasladado al papel esos paisajes que tanto nos embriagan. Mis felicitaciones.
ResponderEliminarMe ha parecido un texto delicado enriquecido con un léxico acertado como una tonalidad a un bonito cuadro. Felicidades.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Las dificultades sufridas no se plasman en la pintura, gracias que hay escritoras, como tú, que nos enseñan con tu narrativa, cuan difíciles son las cosas aparentemente sencillas.
ResponderEliminarHe sentido cada impulso de sus piernas hasta la atalaya elegida.
Enhorabuenas
Hola violeta.
ResponderEliminarDan ganas de ir a visitar esa
cala, para ver esa puesta de sol,
que seguro un día veremos en
tu cuadro.
Me ha gustado mucho tu relato.
Un abrazo cordial.
Benjamín.
Agradezco a todos por vuestros comentarios, este relato además está acompañado por una de mis grandes pasiones, la música.
ResponderEliminarDe corazón, muchas gracias
Agua arriba, agua abajo, AGUA. Y que el agua sea captada en un óleo, aceite que no puede mezclarse con el agua, para que ambos elementos sean Arte.
ResponderEliminarMuy buen escrito Violeta. Me ha gustado mucho el ritmo de tu escrito.
ResponderEliminarFelicidades Violeta un relato muy descriptivo con baile bajo la lluvia incluido, me ha encantado. Muchas gracias por compartirlo con nosotros. Un gran abrazo te lo mereces.
ResponderEliminar